“Calvinismo: Una Falsa Representación de Dios”


(extracto del libro de Dave Hunt titulado : “¿Qué Amor es Éste? “Calvinismo: Una Falsa Representación de Dios”). 
“¿Por qué Dios desperdicia Su tiempo y esfuerzo y el tiempo y el esfuerzo de Sus muchos profetas suplicando a aquellos que, supuestamente, no pueden oírlo y que, aun si pudieran, siendo totalmente depravados, nunca responderían a Su petición al creerle y obedecerle? ¿Por qué crear esta elaborada ficción de luto y llanto por multitudes que Dios sabe que no sólo rechazarán arrepentirse sino que, a menos que Él los regenere, no pueden arrepentirse debido a su incapacidad total para hacerlo?” (p. 107)
“Tome una comprensión humana de ‘muerto’, mézclela con la comprensión inmadura de la Palabra de Dios por parte del joven Juan Calvino, contaminada con filosofía agustiniana, agítelo todo y obtendrá la teoría de la Depravación Total” (p. 119).

“Sí, el hombre es totalmente incapaz de contribuir ni un ápice a su salvación. Sin embargo, no se puede deducir entonces que no puede recibir por tanto la salvación ofrecida gratuitamente en Cristo” (p. 121).
“Está claro que el Calvinismo descansa sobre una opinión errada de lo que significa para Dios ser soberano. …El problema básico del calvinista es el fracaso en ver que Dios pudo soberanamente dar al hombre la potestad de la elección genuina… Darle al hombre la potestad de hacer una elección genuina e independiente no disminuye el control de Dios sobre Su universo. Siendo omnipotente y omnisciente, Dios puede arreglar las circunstancias de modo que impida que la rebelión del hombre frustre Sus propósitos. De hecho, Dios puede e incluso usa el libre albedrío del hombre para ayudarle a cumplir Sus propios planes y así ser glorificado aun más” (pp. 128,129).

“Sugerir que a Dios le faltaría ‘potestad’ (y así Su soberanía sería negada) si El hiciera una oferta genuina de salvación y algunos la rechazaran, es enmarcar erróneamente la proposición. La potestad no tiene ninguna relación con la gracia y el amor, que proveen la salvación. De hecho, como veremos, hay muchas cosas que Dios no puede hacer, y una falta de ‘potestad’ no es la razón para alguna de ellas, ni tampoco Su soberanía es mitigada en lo más mínimo” (p. 136).

“¡No se puede escapar del hecho de que en todos los Institutos de la Religión Cristiana de Calvino no hay ninguna mención del amor de Dios por los perdidos!” (p. 151).
“Así que una vez más, en lugar de ver a los hombres, sin importar cuán grande sea su reputación, somos conducidos a llegar a nuestras propias conclusiones sobre la base de la Escritura sola” (p. 162).
“Por supuesto que la salvación no es obra nuestra; pero que no podamos ganar la salvación no demuestra que no podemos escoger libremente recibir la salvación como un regalo del amor de Dios” (p. 182).
“…en contraste con los literalmente cientos de lugares donde el amor de Dios está expresado claramente para todo Israel (la mayoría de los cuales lo rechazaron) y para el mundo entero (la mayoría de los cuales también lo rechazan), en ninguna parte la Biblia declara que Dios no ama y no desea la salvación de todos” (p. 206).

“La soberanía de Dios no sería socavada más si algunos aceptaran la oferta de salvación y otros la rechazaran que si billones de humanos desobedezcan continuamente los Diez Mandamientos” (p. 206).
“Además, ¿no sería una deformación de la peor clase ofrecer la salvación a todo aquel que quiera, cuando en realidad estaba destinada solamente para unos pocos elegidos? …afirmar que “todos” significa sólo un grupo selecto llamado los elegidos violenta el significado llano del lenguaje e impugna el carácter de Dios; y esto lo hace con el fin de forzar sobre la Palabra de Dios un sistema de religión que no puede derivarse de ella” (p. 208).

“Una de las tristes características de los Institutos de Calvino es el lenguaje degradante que emplea continuamente (muy parecido a Lutero) para difamar a todos aquellos que no están de acuerdo con él” (p. 233).
“No hay manera en la que la muerte de Cristo pudiera limitarse a pagar sólo por los pecados de los escogidos. Para salvar incluso a una persona del castigo eterno, sin importar si hubiera cometido pocos o muchos pecados, Cristo tuvo que pagar la pena por el pecado exigida por Su justicia infinita. Por definición misma, entonces, la muerte de Cristo en la Cruz pagó la pena por el pecado mismo que cuelga sobre las cabezas de toda la raza humana” (p. 251).
“Trágicamente, la tergiversación de Dios por parte del Calvinismo ha causado que muchos se alejen del Dios de la Biblia como si lo hicieran de un monstruo” (p. 287).
“Ciertamente, así como Dios mismo no puede forzar a nadie a amarlo (una respuesta coaccionada es lo contrario al amor), así también sería todo lo contrario a la gracia forzar cualquier regalo o beneficio de ‘gracia’ sobre alguien que no quisiera recibirlo” (p. 291)
“Dios cierta y poderosamente obra dentro del creyente y no podemos hacer nada sin la dirección y el poder del Espíritu Santo. Al mismo tiempo, sin embargo, debemos entregarnos gustosamente a la obra de Dios a través de nosotros. La mayoría de los calvinistas admiten este esfuerzo cooperativo cuando se trata de vivir la vida cristiana, pero insisten que no puede haber tal disposición en creer el Evangelio y aceptar a Cristo” (p. 298).

“Sin duda, la desobediencia continua de los incrédulos y de los creyentes demuestra que la gracia de Dios no es “irresistible”. Ni tampoco la desobediencia del hombre disminuye la soberanía de Dios en lo más mínimo. Obviamente, ¡la libertad de elección en sí misma es parte del plan de Dios!”
(p. 299).
“Si Pablo no quería que ni un solo judío fuera al infierno y estaba en agonía constante del alma por su salvación, dispuesto incluso a ser maldecido por Dios si eso podría salvar a sus “parientes según la carne” (Rom. 9:1-3), ¿sería Dios, quien seguramente puso este amor desinteresado en el corazón de Pablo, menos amoroso y estaría menos preocupado por la humanidad perdida en camino al infierno? ¡Ciertamente no el Dios de la Biblia! …¿Pudo haber estado equivocado Pablo en su continua agonía por las ovejas perdidas de la casa de Israel (y de hecho todos los hombres) y Calvino en lo correcto en su falta de preocupación por los perdidos?” (pp. 301, 302).
“…mi firme desacuerdo con el Calvinismo no es acerca de la soberanía de Dios, la cual abrazo completamente y a la cual me someto. La cuestión es si Dios ama a todos sin acepción y si desea que todos sean salvos. Indiscutiblemente, el Calvinismo niega tal amor; pero la Biblia, en el lenguaje más claro declara repetidamente el amor de Dios hacia todos y Su deseo de que todos sean salvos y que ninguno perezca” (pp. 301, 302).
“Consideramos que el acrónimo TULIP es un libelo contra nuestro amante y misericordioso Dios tal como se revela a Sí mismo tanto en Su Palabra como en la conciencia humana” (p. 304).
“El hecho mismo que Pablo, Apolos y los otros evangelistas primitivos hayan empleado tanto tiempo y energía en persuadir a los hombres para que creyeran el Evangelio es completamente contrario a los conceptos de Depravación Total y Gracia Irresistible” (p. 324)
“…El calvinista audazmente ha cambiado la palabra ‘mundo’ para que signifique ‘elegidos’ en no menos de veinte escrituras. Ha cambiado ‘todo aquel’ y ‘todos’ a ‘elegidos’ al menos dieciséis veces cada uno. Además, la frase ‘todo hombre’ ha sido cambiada a ‘elegidos’ seis veces y ‘cada uno’ a ‘elegidos’ tres veces. En todos los casos en donde estos cambios han sido hechos, no hay nada en el texto que justifique a ‘elegidos’ como el significado de la palabra por la cual debe ser sustituido. El cambio ha sido hecho por una sola razón: ¡para dar cabida al Calvinismo! (p. 332).
“Naturalmente nadie busca al Señor; todos nosotros buscamos nuestros propios deseos egoístas y nadie puede venir a Cristo a menos que el Padre lo atraiga. Pero el Espíritu Santo está en el mundo para convencer a todos de su pecado y necesidad (Juan 16:8-11), el Evangelio está siendo predicado, el Padre está atrayendo a todo el mundo (incluso a través del testimonio de la creación y la conciencia)” (p. 339).
“¿Por qué la gracia irresistible de Dios, que es tan poderosa hacia los pecadores, no crea vidas perfectamente obedientes después que los pecadores han sido salvados?” (p. 354)
“¿Quién diría que el hombre puede llegar a Dios ‘sin la ayuda’ del Espíritu Santo? ¡Ni siquiera el arminiano más flagrante! Pero el Calvinismo hace esa falsa acusación contra aquellos que no están de acuerdo con su extremismo” (p. 369).
“Además, es absurdo sugerir que recibir un regalo significa que lo merecemos. …Un hombre que se está ahogando que se rinde en las manos de su rescatador no tiene nada de qué jactarse, ni tampoco ha hecho ninguna obra para ayudar en su rescate. De igual forma es con el pecador perdido” (p. 370).

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